Ai Weiwei es un artista chino muy dado emplear las instalaciones artísticas como medio de expresión. La última destaca por lo pintoresca y desorbitada que resulta, pues consiste en 100 millones de pipas esparcidas por el suelo.
Se podrá ver en la Sala de las Turbinas de la Tate Modern, en Londres, hasta el 2 de mayo del año que viene.
Ai Weiwei no se conformaba con semillas reales, él las prefería de porcelana, así que cada una de ellas se moldeó y se fundió en un horno a 1.300º, se pintó luego a mano y se metió de nuevo en el horno, esta segunda vez a una temperatura de 800º. Los artesanos contratados por Ai Weiwei produjeron todas estas pipas en dos años. Y ahora, estupefacto, sólo se me ocurre recurrir al topicazo de rigor:
“¡Esto es un trabajo de chinos!”
Parece ser que el artista ve a las pipas de girasol como un símbolo de amistad y compasión al tratarse de un alimento y pasatiempos muy dado a ser compartido entre amigos, en cualquier caso los significados que cabe extraer de un montón de pipas de porcelana esparcidas por el suelo pueden ser de los más variados.