Robots que se enfadan, aman, se alegran, sienten odio, se ponen celosos… podrían estar listos en un futuro que está a la vuelta de la esquina. ¡Parece inquietante!
A pesar de su aspecto de coliflor y su notable falta de glamour, Lovotics es ya un pequeño robot capaz de «sentir» —o al menos de experimentar algo parecido a los sentimientos—. Es lo que aseguran sus desarrolladores, quienes no pararán hasta lograr que la máquina se comporte como un ser humano: tenga su «corazoncito», su mala uva, muestre sus pasiones y sus deseos,se enamore de nosotros o se canse y nos mande a tomar viento fresco.
Para ello, los ingenieros de Lovotics siguen un proyecto de investigación multidisciplinar en el que toman en consideración una amplia gama disciplinas: filosofía, psicología, biología, antropología, neurociencia, sociología, robótica, informática, ingeniería e inteligencia artificial. Todo el esfuerzo destinado a lograr que la máquina «sienta».
En la actualidad parece que el robot puede comportarse como una mascota que siente afecto por su dueño, pero si nota que éste muestra mayor predilección por otras personas, animales o máquinas (ordenador, televisión, móvil.) entonces se pone celoso y se esfuerza para llamarle la atención y recuperar así —de nuevo— su cariño.