Cuanto más pequeña, mejor.
Las esculturas de Willard Wigan son tan pequeñas que entran por el agujero de una aguja, es más, sobra mogollón de espacio. También las hace sobre las cabezas de puntillas diminutas. Para apreciarlas, se necesita un microscopio. Willard asegura que su oficio deriva de la afición temprana —allá por su infancia— a confeccionar casitas, sombreros y zapatos para hormigas. Además, el artista es capaz de colocar en tan reducido espacio las más variadas escenas y personajes: el presidente Obama y su familia, los personajes del Mago de Oz y de Star Wars. incluso hasta la Estatua de la Libertad. El escultor debe de controlar su respiración y tener mucho cuidado al inhalar el aire mientras modela tan pequeñas piezas; cuenta que en una ocasión, mientras finalizaba una escena de El País de las Maravillas, sucedió una tragedia: ¡aspiró a Alicia sin querer! ¡Willard, tío, eres único!