Rolls-Royce se apunta a la moda LEGO.
Disponer de una maqueta grandota construida con las populares piezas —y que, además, sea capaz de impresionar a propios y a extraños— siempre es una buena estrategia de marketing. La multinacional británica ya cuenta con su escultura formada con los conocidos bloques, se trata de una réplica de la turbina de un Boeing 787 Dreamliner.
Aunque tiene la mitad del tamaño del reactor original, necesitaron dos semanas y 152,455 piezas para armarlo; pesa 307 kilos y sus dimensiones son de 2 metros de largo por 1.5 metros de altura. Se vio en el Farnborough International Airshow, en el pasillo dedicado a la innovación.