Estas bolas de cristal son tan maravillosas que si tienes una no puedes dejar de mirarla y girarla. Translúcidas y coloridas, el paso de la luz por cada una de ellas produce en su interior efectos ópticos profundos del tipo vórtice que nos recuerdan a las galaxias, los agujeros negros y a otras formaciones cósmicas del espacio exterior.

Son del artista —y artesano del cristal— Scott Pernicka y las hace a mano, una a una, con vidrio de borosilicato, material famoso por su excelente claridad. El secreto de esos impresionantes colores estelares radica en la pasión que el artista pone en su tarea y en su dilatada experiencia, Scott lleva más de 20 años haciéndolas, alcanzando temperaturas de hasta 3.000 grados en su fundición para insertar en el interior de ellas oro, plata, metales cristalizados y óxidos metálicos.
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