Se recicla hasta el 90% de la basura, pero el objetivo es el 100% en 2020. Los vecinos de Kamikatsu, en Japón, deben separan los residuos en 35 categorías y llevarlos a un centro comunitario.
Kamikatsu es un pueblo de 1700 habitantes perdido de las montañas y los camiones de basura no pasan por allí. Sus habitantes tienen que arreglárselas para aprovecharlo y reciclarlo todo o casi todo en un ejemplo asombroso de comunidad, sostenibilidad y disciplina.
El dinero que el municipio no gasta en la recogida de la basura lo invierte en tecnología para transformar los residuos orgánicos en fertilizantes 100 x 100 ecológicos. Lo que no es reciclado o transformado, si se puede aprovechar o reutilizar se intercambia a modo de trueque en un centro que hay para ello.
Pero hay más, los propios vecinos construyeron un bar, Kamikatz Public House, con materiales inservibles (objetos de madera, vidrios, ventanas rotas, botellas…) y les quedó genial. Tan genial les quedó que recibió un prestigioso premio en 2016, el Wan Award Sustainable Buildings, por la forma magistral de combinar reciclaje y diseño. El establecimiento se ha hecho muy famoso.